Hoy me desperté pensando en los proyectos, hay un tiempo para proyectar? Existe a acaso edad para soñar ser o hacer lo que se va postergando por las obligaciones y la rutina? Debemos o queremos?

Es muy delgada la línea que separa el deber del ser, por lo general vivimos cumpliendo con una serie sistemática de actos que establecen nuestra forma vida.Trabajamos, pagamos nuestras cuentas, estudiamos o cuidamos a nuestros hijos, o viceversa o todo junto…Pero me pregunto si en medio de esa maraña de actividades que constituyen nuestros quehaceres diarios, procuramos un espacio para nosotros mismos, para compartir en silencio nuestra alma con nuestros pensamientos, para recordarnos quienes somos y quienes queremos ser, para rectificar el sentido de nuestro camino o virar el timón y cambiarlo por completo.

Pienso que tal vez es más fácil ser soldaditos actuando por inercia que seres humanos dispuestos a enfrentar las consecuencias de nuestros cambios. Los cambios generan incertidumbre, y resulta más seguro y confortable quedarnos en el mismo lugar que arriesgarnos al peligro de lo desconocido.

Tener proyectos es el motor  que mantiene encendida la capacidad de imaginación, la voluntad para concretarlos determina nuestra personalidad. ¿Pero la voluntad es inherente a nuestra esencia o es una actitud que debe fortalecerse a diario, como granitos de arenas que se van colocando uno encima del otro hasta construir el castillo…? 

Tal vez, los proyectos y la voluntad vayan de la mano, uno sin el otro no podrían concretarse. No hay tiempo ni edad que pueda contra la voluntad humana de logar algo, sólo nuestros propios miedos y limitaciones pueden abatirnos en el proceso de soñar, analizar y concretar lo que deseamos.

Siempre podemos volver a intentar, sólo hay que juntar los escombros de lo derrumbado, preparar la mezcla y volver a construir.

 

Acerca de Ana Troxler

De libre pensamiento
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